«La sociedad —dijo Storms— rehusó categóricamente revelar la identidad de los miembros del comité traductor». ¿Por qué? ¿Tienen acaso vergüenza? Entre los muchos defectos que alteran la fidelidad y belleza de las demás versiones, la traducción de los «Testigos» tiene ante sí la tremenda blasfemia de negar la deidad de Jesucristo, socavando su grandeza única, empequeñeciéndolo y dejando a Cristo reducido a la categoría de un pequeño «dios» de segunda clase, inferior al Padre, no idéntico a Jehová.
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